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Recapitulación...

 "Y yo, ¿por qué salté? Si siempre tuve miedo a las alturas…

La caída iba a descomponerme en mil pedazos, pero eso no se me ocurrió pensarlo en el momento de dar el salto. Al igual que tampoco se me ocurrió pensar en lo ardua que sería la tarea de ir recogiendo y pegando cada uno de mis propios pedacitos.

Sin embargo, en este momento en el que veo alejarse el tren sentada en el andén no puedo dejar de pensar en la adrenalina del salto, y que sólo sentía aumentar según avanzaba en la caída; esa que me daba la vida a pesar de verme cada vez más próxima al suelo. Esa que me hizo sentir tan viva y tan especial a cada segundo que pasaba, a cada escena de esa película que no sólo estaba en mi cabeza (o quizá sí, porque "escribo sobre momentos perfectos que nunca recuerdo si existieron en realidad").

A lo largo de todo el viaje me ha acompañado la banda sonora que no cesa en su intento de ponerle voz a mis propios sentimientos. No puedo evitar pensar que las cicatrices que se observan al pegar cada uno de esos pedacitos se deben a que “quizás hay heridas que deben estar porque me hacen recordar lo que pasó en mi piel” y que todas ellas se deben a que “no luchar por lo que quieres sólo tiene un nombre y se llama perder”. Sin embargo, “si te hice daño no fue sin quererte sino sin querer” ya que no puedo evitar pensar que “también pegué los trozos de lo mismo que después partí”.

Siento que esa caída al vacío fue tan vívida que no logro luchar contra las lágrimas que resbalan por mi rostro al escuchar "hay tanta gente con quien estar, pero no con quién ser”, ya que fue tan marciana esa conexión que "si alguna vez preguntan que si fuimos dos, responderé que sólo hubo un corazón". Y todo ello a pesar de que "me di cuenta que hasta quien te quiere te puede mentir. Ya que todo el mundo te aconseja para que seas lo que quiere, pero no feliz".

Sin embargo, la senda del camino que queda por recorrer todavía es larga; no tengo tiempo como para continuar sentada en ese andén. Me levanto para continuar andando, no sin antes escuchar "te pediré que no, que tu forma de abrazarme se haga eterna, que tus besos y caricias o se pierdan. Que dan la vida a quien lo tenga".



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