- ¿Te encuentras bien? - escucho que me preguntan. No respondo, me niego rotundamente a ello. No quiero que nadie me saque de este sueño ligero en el que me encuentro. Es en ese estado en el que no se llega a estar dormido, pero tampoco completamente despierto. Los sueños e ilusiones inundan mi mente, pero tengo conciencia de todo lo que sucede a mi alrededor. - Pero, ¿qué te pasa? - insiste de nuevo su voz, denotando un tono de preocupación cada vez mayor. Siento su mano deslizarse por mi rostro, con tanta delicadeza como si estuviera tocando el cristal más fino. Como sólo mi madre puede hacer, intentando adivinar qué mal me acecha. No es habitual encontrarme a estas horas tumbada en el sillón, con mis pies colgando sobre el reposabrazos, balanceándose sin alcanzar el suelo, y en ese estado de duermevela. - Sólo estoy cansada mamá - intento responder con la voz más serena que soy capaz de emitir en este momento. No quier...