Ir al contenido principal

De ensueño

   
   - ¿Te encuentras bien? - escucho que me preguntan.

No respondo, me niego rotundamente a ello. No quiero que nadie me saque de este sueño ligero en el que me encuentro. Es en ese estado en el que no se llega a estar dormido, pero tampoco completamente despierto. Los sueños e ilusiones inundan mi mente, pero tengo conciencia de todo lo que sucede a mi alrededor.

   - Pero, ¿qué te pasa? - insiste de nuevo su voz, denotando un tono de preocupación cada vez mayor. Siento su mano deslizarse por mi rostro, con tanta delicadeza como si estuviera tocando el cristal más fino. Como sólo mi madre puede hacer, intentando adivinar qué mal me acecha.

No es habitual encontrarme a estas horas tumbada en el sillón, con mis pies colgando sobre el reposabrazos, balanceándose sin alcanzar el suelo, y en ese estado de duermevela.


   - Sólo estoy cansada mamá - intento responder con la voz más serena que soy capaz de emitir en este momento.

No quiero que continúe insistiendo, sólo quiero seguir soñando contigo. Sólo quiero encontrarme en este estado porque es el único modo de estar a tu lado, de que tus brazos rodeen mi cintura mientras los míos rodean tu cuello. Sólo en este estado de ensimismamiento tus labios besan los míos con esa pasión tan intensa y con esa delicada dulzura al mismo tiempo. Es en este estado de duermevela en el que tus manos descienden por mi cuerpo, estremeciendo mis entrañas, acelerando el latido de mi corazón de un modo tan intenso que en cualquier momento puede abandonar mi pecho. Las imágenes solamente se suceden en mi mente, pero el sentimiento es tan real que noto mis nervios recorriendo todo mi cuerpo.

Pero su preocupación va en aumento, al igual que su insistencia en saber cómo me siento. Por supuesto, a nivel físico porque no se imagina que tú, que intoxicas mi pensamiento, eres también el responsable de que este veneno corra por mis venas. Así que no tengo alternativa, abro los ojos y me levanto. Mientras, tú sigues en mi pensamiento. 

A pesar de toda la luz que me deslumbra tu sombra no cesa en su invasión de mi mente.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Recapitulación...

 " Y yo, ¿por qué salté? Si siempre tuve miedo a las alturas… ” La caída iba a descomponerme en mil pedazos, pero eso no se me ocurrió pensarlo en el momento de dar el salto. Al igual que tampoco se me ocurrió pensar en lo ardua que sería la tarea de ir recogiendo y pegando cada uno de mis propios pedacitos. Sin embargo, en este momento en el que veo alejarse el tren sentada en el andén no puedo dejar de pensar en la adrenalina del salto, y que sólo sentía aumentar según avanzaba en la caída; esa que me daba la vida a pesar de verme cada vez más próxima al suelo. Esa que me hizo sentir tan viva y tan especial a cada segundo que pasaba, a cada escena de esa película que no sólo estaba en mi cabeza (o quizá sí, porque " escribo sobre momentos perfectos que nunca recuerdo si existieron en realidad "). A lo largo de todo el viaje me ha acompañado la banda sonora que no cesa en su intento de ponerle voz a mis propios sentimientos. No puedo evitar pensar que las cicatrices que

Qué puta la vida

  "Cierra los ojos ". " Coge aire; despacio ". " No llores ". Me repito estos pensamientos mientras siento las lágrimas rodar por mis mejillas. No puedo más que intentar tranquilizarme cuando lo único que siento es no poder tenerte a mi lado. ¿Quién dijo que todo esto sería fácil? ¿Cómo relajarme, si toda mi tranquilidad residía en abrazarme a ti cuando me desvelaba por la noche? ¿Cómo ser feliz, si toda mi felicidad partía del sabor de tus besos? En definitiva, ¿Cómo seguir la vida, si toda mi vida sólo tenía sentido contigo como eje? Después de tantas noches luchando por poder pasarlas a tu lado, ¿cómo es posible que ahora las tenga que estar dejando marchar? Aunque en realidad, creo que todas ellas parten de la pregunta base a la que nunca quise prestar demasiada atención: ¿por qué se me ocurrió quererte? Si en realidad siempre supe que no podría tenerte. Siempre he tenido claro que el devenir de la vida es caprichoso, que en muchas ocasio

Oppresus

Al igual que cada una de las veces que comienzo a escribir, me encuentro ante una hoja en blanco invitándome a plasmar sobre ella cada una de las ideas que se encuentran en mi pensamiento. El bolígrafo comienza a deslizarse sobre ella y la tinta azul ensucia progresivamente ese brillo del blanco impoluto, que lucía tan solo unos segundos antes, con el trazo irregular de mi caligrafía. Sin embargo, las palabras no acaban de tomar forma en mi mente. Sé perfectamente cómo me siento, pero no cómo plasmar estas palabras por escrito. Para comenzar, puedo afirmar que llorar es la única acción que tiene sentido en este instante para mí. Sin embargo, mis lagrimas se han empeñado en no brotar libremente de mis ojos. Una fuerza extraña oprime mi garganta, me asfixia. Siento como cada una de las células de mi cuerpo necesita de ese oxígeno que no reciben. Intento zafarme de esa opresión que hay sobre mi garganta, pero no soy capaz de lograrlo. Mis manos no pueden luchar contra una fuerza invisible