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Sin razón...

Qué equivocados estamos cuando creemos ser poseedores de la única verdad, coincidente con una realidad que únicamente está presente en nuestra imaginación. Qué poca capacidad de dotar de perspectiva la realidad tenemos cuando pensamos que aquello que está en nuestra cabeza es lo único totalmente cierto. ¡Y qué ciegos al no ver todo lo que se muestra! Porque en realidad no está oculto, sólo nos engañamos en taparlo con un fino velo. Pero lo más lamentable es que en numerosas ocasiones sólo somos conscientes del límite de ocultación de la realidad que ha reflejado nuestra mente cuando el transcurso del tiempo nos ha obligado a cambiar de perspectiva. Sin embargo, en numerosas ocasiones, esta nueva perspectiva implica una visión más cruel, y ahora sí, certera, de esa realidad que en otro tiempo nos empeñábamos en ver. ¿Qué más da si transcurrido el tiempo somos conscientes de nuestros errores? ¿Qué importa a tiempo vencido entender esa realidad, si los sentimientos ya no tienen cabida? Lo
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Recapitulación...

 " Y yo, ¿por qué salté? Si siempre tuve miedo a las alturas… ” La caída iba a descomponerme en mil pedazos, pero eso no se me ocurrió pensarlo en el momento de dar el salto. Al igual que tampoco se me ocurrió pensar en lo ardua que sería la tarea de ir recogiendo y pegando cada uno de mis propios pedacitos. Sin embargo, en este momento en el que veo alejarse el tren sentada en el andén no puedo dejar de pensar en la adrenalina del salto, y que sólo sentía aumentar según avanzaba en la caída; esa que me daba la vida a pesar de verme cada vez más próxima al suelo. Esa que me hizo sentir tan viva y tan especial a cada segundo que pasaba, a cada escena de esa película que no sólo estaba en mi cabeza (o quizá sí, porque " escribo sobre momentos perfectos que nunca recuerdo si existieron en realidad "). A lo largo de todo el viaje me ha acompañado la banda sonora que no cesa en su intento de ponerle voz a mis propios sentimientos. No puedo evitar pensar que las cicatrices que

Tic - tac

Tic-tac, tic-tac. En la habitación en la que me encuentro es tal el silencio que me rodea que el transcurso del tiempo es el único sonido que perciben mis oídos. Cierro los ojos y me concentro en el sonido para evitar perderme en mis pensamientos, pero no soy capaz. Estos me absorben irremediablemente, sin poder ver más allá; como si en medio de un banco de niebla espeso me encontrara. Al escuchar las saetas del reloj no puedo evitar pensar en esa palabra que me he repetido tantas veces en las últimas semanas: tiempo… Pero no, realmente creo que el tiempo no es la solución. El tiempo no le da tregua a la cabeza; esta va a su ritmo y no entiende de tempo. Poco le importa la marca de adagio, moderato, allegro o presto. Tiene su propio compás, poco le importa su duración… ¡Va a su puta bola! ¡Oh, no! La niebla es tan espesa que las gotitas de agua calan hasta los huesos… Siento los ojos vidriosos a pesar de tenerlos cerrados; las lágrimas intentan escapar a través de las pestañas. Y no… N

A ti, abuelo

"Esta vida es una mentira" Abuelo, no creas que no le estoy dando vueltas a esa frase en estas últimas semanas desde que nos dejaste y sólo llego a una única conclusión: es una mentira que nos va quitando aquello que nos ha estado dando; nos engaña con una falsa felicidad que después nos roba. Ya sabías tú de lo que hablabas... Ya habías sufrido tú sus efectos antes de que los demás llegáramos. Esa increíble felicidad que vivimos cuando somos niños; esa visión distorsionada del mundo que además se ve reforzada por quienes nos acompañan, se va diluyendo a lo largo de la vida. Pero tengo muy claro que yo no sería la persona que soy a día de hoy si esa felicidad no se hubiera construido entre vosotros, entre la abuela y tú. Sí abuelo, porque lo que es de la abuela, es del abuelo (¡y lo que te gustaba llamarla abuela porque sabías que a ella le molestaba!). No hay día en el que no me acuerde de vosotros... Ya sé que te estaba esperando la abuela allá donde tu Rosita no te ha acom

Soñar, soñar y soñar...

Soñar… Soñar… Y soñar… Si el amor es un sentimiento bonito y profundo, ¿cómo es posible que sea tan difícil de construir? Sí que es cierto que al igual que es bonito y profundo, también es único. Supongo que con esto respondo a mi propia pregunta: EL AMOR ES COMPLEJO PORQUE ES ÚNICO . Sí, estoy convencida de que ese sentimiento, y con tanta intensidad, únicamente puede aflorar una vez en la vida. Y también estoy convencida de que es único porque aparece con nombre y apellidos. Una única persona puede ser capaz de despertar en cada uno de nosotros esa emoción tan fuerte; tan hermosa como peligrosa al mismo tiempo. Y que puede llegar a ser tan jodidamente cruel. Sólo una única persona en nuestra vida puede generar en nosotros eso que Mario Benedetti  describió como. “… te quiero como para escuchar   tu risa toda la noche   y dormir en tu pecho, sin sombras ni fantasmas, te quiero como para no soltarte jamás” Y qué desgarrador es saber que esa persona que tienes delante es aquella que que

Qué puta la vida

  "Cierra los ojos ". " Coge aire; despacio ". " No llores ". Me repito estos pensamientos mientras siento las lágrimas rodar por mis mejillas. No puedo más que intentar tranquilizarme cuando lo único que siento es no poder tenerte a mi lado. ¿Quién dijo que todo esto sería fácil? ¿Cómo relajarme, si toda mi tranquilidad residía en abrazarme a ti cuando me desvelaba por la noche? ¿Cómo ser feliz, si toda mi felicidad partía del sabor de tus besos? En definitiva, ¿Cómo seguir la vida, si toda mi vida sólo tenía sentido contigo como eje? Después de tantas noches luchando por poder pasarlas a tu lado, ¿cómo es posible que ahora las tenga que estar dejando marchar? Aunque en realidad, creo que todas ellas parten de la pregunta base a la que nunca quise prestar demasiada atención: ¿por qué se me ocurrió quererte? Si en realidad siempre supe que no podría tenerte. Siempre he tenido claro que el devenir de la vida es caprichoso, que en muchas ocasio

Respeto, ese que hemos perdido

Creo que no me equivoco al afirmar que usted también ha sufrido en algún momento de su vida la pérdida de un ser querido. Es prácticamente imposible olvidar los nervios previos al fallecimiento, cuando se es conocedor de que la situación es irreversible y que va a ocurrir en cualquier momento. Son instantes de impotencia, de angustia y de una profunda tristeza, en los que se requiere paz y tranquilidad. Si escribo estas líneas es precisamente porque en el caso del fallecimiento de mi abuelo no se nos ofreció la oportunidad de disponer de esa paz con motivo de la concentración motera que se celebró en Teruel a partir del día 9 de septiembre. Escribo desde mi experiencia personal, pero todas las personas que se encontraban ingresadas en el Hospital Obispo Polanco, así como sus familiares, sufrieron las consecuencias de esta concentración. Entiendo que cada persona tiene derecho a disfrutar de sus aficiones, y la concentración motera deriva de la afición de un numeroso grupo de personas,