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Nodus Tollens

 CAPÍTULO I: SILENCIO

El trinar de los pájaros es el único sonido que se escucha en el espacio en el que me encuentro. Miro a mi alrededor. El paisaje que se descubre ante mis ojos es imponente, tan bello e intimidante al mismo tiempo que solamente la naturaleza podría haberlo creado, y mantenerse allí donde la mano del hombre todavía no ha llegado.

En la lejanía puedo apreciar cómo una cascada rasga las rocas sin cesar, pero se encuentra lo suficientemente lejos como para oír el ruido del agua deslizarse por la piedra, rompiendo en el lago de agua cristalina que queda a sus pies. A su alrededor un bosque frondoso, que tan apenas deja percibir un rayo de luz, intimida a quien pretende adentrarse en él.

-        ¿Cómo he llegado hasta aquí? – formulo la pregunta en voz alta, pero en realidad no espero que nadie me responda. Estoy sólo en este extraño paraje.

-        Porque solamente tú has sido elegido para descubrirme – me responde una voz suave, pero que al mismo tiempo suena con una extraña firmeza.

Me sobresalto al escuchar la respuesta y me giro en busca de su procedencia, pero no soy capaz de ver a nadie en torno a mí. Una serie de ideas absurdas se agolpan en mi mente, pero descarto todas ellas. Es imposible que nadie pueda estar viviendo allí en esta época contemporánea, en la que prima la aparente comodidad de vivir en grandes ciudades, con todos los recursos a nuestra disposición, sobre cualquier otra alternativa. Además, en estos momentos de mi vida ya he dejado de creer en cuentos de princesas y en brujas de las tinieblas. No puedo dejarme asustar ahora. Seguramente sea algún senderista que, como yo, se haya despistado del camino principal y mi pregunta lanzada al viento le haya resultado graciosa.

-        ¡Hola! ¿Hay alguien ahí? – pregunto.

No contesta nadie, pero tengo la extraña sensación de sentir unos ojos observándome desde el arbusto que queda justo al lado de la cascada. Me dirijo hacia allí con toda la seguridad que soy capaz de aparentar mientras una extraña mezcla de sentimientos está empezando a cimentarse en mis entrañas. Por un lado comienzo a cabrearme, porque si somos lo suficientemente adultos para haber llegado solos hasta allí, también deberíamos de serlo para que estas bromas no tengan gracia alguna. Sin embargo, al mismo tiempo el miedo comienza  a adueñarse de mi mente porque esta situación se escapa de toda explicación racional que trate de buscar.

Mientras me aproximo al lago tengo la certeza de  que una vez allí no me encontraré con nadie porque esa extraña sensación de que unos ojos me observaban con detenimiento se ha desvanecido. Mi lado racional se adueña de mis pensamientos por un momento y me detengo. Trato de buscar una explicación lógica y caigo en la cuenta de que he llegado hasta allí como si una fuerza magnética dirigiese mis pasos en contra de mi voluntad. He llegado hasta allí sin contemplar ninguna otra alternativa.

Siento de nuevo esa sensación de que una mirada está clavada en mí. En este caso procede de ese punto en el que me encontraba apenas un minuto antes. Me giro rápidamente con el objetivo de no darle margen para marcharse al autor de esta broma que comienza a ser pesada.

Me quedo anonadado. Si cuando he llegado hasta aquí no he sido capaz de encontrar la palabra exacta que me permitiese describir la extraña belleza del paisaje porque algo en él me causaba recelo me pasa exactamente lo mismo con la mujer que se encuentra ahora mismo ante mí. Su figura es perfecta y el reflejo del sol sobre su rubia melena resplandeciente genera la impresión de brillar con luz propia. No he conocido a una mujer tan hermosa en toda mi vida, pero hay algo en ella que me genera desconfianza.

-        ¡Hola! – saludo de nuevo. Sin embargo, ella continúa observándome desde el mismo punto, sin apenas moverse, ni hacer ademán de saludar.

-        ¿Quién eres? ¿Estás perdida? – Pregunto al mismo tiempo que doy un paso hacia ella. Continúa inmóvil, observándome desde la misma posición.

Me detengo y ella sale corriendo en dirección opuesta. Si entender muy bien el motivo salgo corriendo tras ella, pero ha desaparecido. Miro entre los arbustos que hay a mi alrededor, pero no hay ningún rastro de ella. Ahora sí que estoy totalmente perdido, así que mi único objetivo es encontrarla para que me indique el camino de vuelta a casa. En el corazón de este bosque que me rodea es imposible vislumbrar el cielo, pero teniendo en cuenta la hora a la que he salido de casa no puede faltar mucho tiempo para que anochezca.

Comienzo a deambular por el bosque. Soy consciente de que no es la mejor alternativa, puesto que me todavía será más difícil llegar a casa, pero soy incapaz de quedarme parado hasta que aparezca de nuevo esta extraña mujer. Además, tengo la extraña sensación de estar andando en el sentido correcto, si bien no tengo muy claro hacia qué objetivo me dirijo.



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