Ir al contenido principal

Tú, no sólo en mis sueños

Es esa sonrisa inútil y estúpida la que temo.

Sí, me refiero a esa sonrisa que sentencia la imposibilidad de retroceder en el momento en el que la sientes aparecer en tu rostro. Esa que anuncia que ya todo está perdido. Esa que ni siquiera es tan pronunciada como para que se puedan ver los dientes, pero que el brillo de la mirada que la acompaña dice más que la extensión de los labios. Es esa sonrisa la que ha vuelto de un modo que no podía esperar y que de nuevo trae consigo esa sensación de vértigo por arriesgar. Vuelve la ilusión, y a su vez los miedos y las inseguridades. Esa maldita razón que trata de anteponerse siempre al corazón.

Ha aparecido porque tú eres esa única persona capaz de generar en mí un cúmulo de sentimientos tan diferentes. Nunca entenderé por qué cuando te tengo sólo quiero dejarte marchar, pero te anhelo cuando no estás. Es en esta última situación cuando no abandonas mi mente ni por un ligero instante, cuando esos momentos compartidos se abren camino entre mis pensamientos, al tiempo que la angustia me aboca sin remedio al precipicio. En ningún momento tomé consciencia de hasta qué punto eras mi droga hasta que el mono se apoderó de todo mi organismo. Sin embargo, una extraña sensación de temor me invade cuando siento tu presencia, aunque evidentemente no sólo es temor lo que siento. Un deseo ardiente se apodera de mi cuerpo.

Cuando no estás a mi lado, no puedo evitar soñar con acostarme cada noche entre tus brazos y sentir la dulzura de tus labios sobre los míos. Sin embargo, cuando estás a mi lado una corriente recorre todo mi cuerpo, tomando mi estómago como epicentro. Ambos sabemos que esos besos que descienden por mi cuello son solamente el inicio y que no son más que un mero preludio de lo que vendrá después. Siento acelerarse el latido de mi corazón al besar lentamente cada parte de tu cuerpo, mientras observo excitada tu reacción ante cada uno de ellos.

Me encuentro ante una vorágine de emociones que un tiempo atrás habría considerado imposibles, o quizá inclusive inexistentes... al menos incompatibles. Pero ahora mismo confluyen todas ellas en un mismo instante y en un mismo cuerpo.






Comentarios

Entradas populares de este blog

Recapitulación...

 " Y yo, ¿por qué salté? Si siempre tuve miedo a las alturas… ” La caída iba a descomponerme en mil pedazos, pero eso no se me ocurrió pensarlo en el momento de dar el salto. Al igual que tampoco se me ocurrió pensar en lo ardua que sería la tarea de ir recogiendo y pegando cada uno de mis propios pedacitos. Sin embargo, en este momento en el que veo alejarse el tren sentada en el andén no puedo dejar de pensar en la adrenalina del salto, y que sólo sentía aumentar según avanzaba en la caída; esa que me daba la vida a pesar de verme cada vez más próxima al suelo. Esa que me hizo sentir tan viva y tan especial a cada segundo que pasaba, a cada escena de esa película que no sólo estaba en mi cabeza (o quizá sí, porque " escribo sobre momentos perfectos que nunca recuerdo si existieron en realidad "). A lo largo de todo el viaje me ha acompañado la banda sonora que no cesa en su intento de ponerle voz a mis propios sentimientos. No puedo evitar pensar que las cicatrices que

Qué puta la vida

  "Cierra los ojos ". " Coge aire; despacio ". " No llores ". Me repito estos pensamientos mientras siento las lágrimas rodar por mis mejillas. No puedo más que intentar tranquilizarme cuando lo único que siento es no poder tenerte a mi lado. ¿Quién dijo que todo esto sería fácil? ¿Cómo relajarme, si toda mi tranquilidad residía en abrazarme a ti cuando me desvelaba por la noche? ¿Cómo ser feliz, si toda mi felicidad partía del sabor de tus besos? En definitiva, ¿Cómo seguir la vida, si toda mi vida sólo tenía sentido contigo como eje? Después de tantas noches luchando por poder pasarlas a tu lado, ¿cómo es posible que ahora las tenga que estar dejando marchar? Aunque en realidad, creo que todas ellas parten de la pregunta base a la que nunca quise prestar demasiada atención: ¿por qué se me ocurrió quererte? Si en realidad siempre supe que no podría tenerte. Siempre he tenido claro que el devenir de la vida es caprichoso, que en muchas ocasio

Oppresus

Al igual que cada una de las veces que comienzo a escribir, me encuentro ante una hoja en blanco invitándome a plasmar sobre ella cada una de las ideas que se encuentran en mi pensamiento. El bolígrafo comienza a deslizarse sobre ella y la tinta azul ensucia progresivamente ese brillo del blanco impoluto, que lucía tan solo unos segundos antes, con el trazo irregular de mi caligrafía. Sin embargo, las palabras no acaban de tomar forma en mi mente. Sé perfectamente cómo me siento, pero no cómo plasmar estas palabras por escrito. Para comenzar, puedo afirmar que llorar es la única acción que tiene sentido en este instante para mí. Sin embargo, mis lagrimas se han empeñado en no brotar libremente de mis ojos. Una fuerza extraña oprime mi garganta, me asfixia. Siento como cada una de las células de mi cuerpo necesita de ese oxígeno que no reciben. Intento zafarme de esa opresión que hay sobre mi garganta, pero no soy capaz de lograrlo. Mis manos no pueden luchar contra una fuerza invisible