Es esa sonrisa inútil y estúpida la que temo.
Sí, me refiero a esa sonrisa que sentencia la imposibilidad de retroceder en el momento en el que la sientes aparecer en tu rostro. Esa que anuncia que ya todo está perdido. Esa que ni siquiera es tan pronunciada como para que se puedan ver los dientes, pero que el brillo de la mirada que la acompaña dice más que la extensión de los labios. Es esa sonrisa la que ha vuelto de un modo que no podía esperar y que de nuevo trae consigo esa sensación de vértigo por arriesgar. Vuelve la ilusión, y a su vez los miedos y las inseguridades. Esa maldita razón que trata de anteponerse siempre al corazón.
Ha aparecido porque tú eres esa única persona capaz de generar en mí un cúmulo de sentimientos tan diferentes. Nunca entenderé por qué cuando te tengo sólo quiero dejarte marchar, pero te anhelo cuando no estás. Es en esta última situación cuando no abandonas mi mente ni por un ligero instante, cuando esos momentos compartidos se abren camino entre mis pensamientos, al tiempo que la angustia me aboca sin remedio al precipicio. En ningún momento tomé consciencia de hasta qué punto eras mi droga hasta que el mono se apoderó de todo mi organismo. Sin embargo, una extraña sensación de temor me invade cuando siento tu presencia, aunque evidentemente no sólo es temor lo que siento. Un deseo ardiente se apodera de mi cuerpo.
Cuando no estás a mi lado, no puedo evitar soñar con acostarme
cada noche entre tus brazos y sentir la dulzura de tus labios sobre los míos. Sin embargo, cuando estás a mi lado una corriente recorre todo mi cuerpo, tomando mi estómago como epicentro. Ambos sabemos que esos besos que descienden por mi cuello son solamente el inicio y que no son más que un mero preludio de lo que vendrá después. Siento acelerarse el latido de mi corazón al besar lentamente cada parte de tu cuerpo, mientras observo excitada tu reacción ante cada uno de ellos.
Me encuentro ante una vorágine de emociones que un tiempo atrás habría considerado imposibles, o quizá inclusive inexistentes... al menos incompatibles. Pero ahora mismo confluyen todas ellas en un mismo instante y en un mismo cuerpo.
Comentarios
Publicar un comentario